La muerte de siete mujeres a finales del verano de 1997 renovó los temores entre los ciudadanos, la posibilidad de que el asesino de River Green actuara de nuevo volvió a ser barajada. Pero todo era una especulación alimentada por la leyenda de Gary Leon, en gran medida por el número de asesinatos y por el hecho de que las víctimas también eran prostitutas. Pero solo era eso, simple especulación, ya que el modus operandis estaba siendo marcadamente diferente. De todos modos la policía consideró esa posibilidad empujada por el hecho de que algunos asesinos en serie han cambiado conscientemente su manera de actuar.
| Los primeros indicios de que un asesino estaba operando en la parte oriental de la ciudad de Washington, llegaron el 22 de febrero de 1990, un jueves, sobre las 8:30 de la mañana cuando la división de homicidios del Departamento de Policía de Spokane recibió una llamada donde se les informaba de la existencia de un cuerpo desnudo de una joven mujer negra que yacía en un embarcadero del Río de Spokane. Los investigadores, al ver el cadáver dedujeron que la joven había recibido varios impactos de bala, y que el tamaño de las heridas sugería que el autor de los disparos utilizó una pistola de pequeño calibre. Ante la falta de pruebas y después de una búsqueda exhaustiva concluyeron que el asesino había limpiado concienzudamente la escena del crimen o que el asesino había trasladado el cuerpo desde el lugar donde realmente había sido asesinada. Los únicos objetos que se encontraron cerca de la víctima fueron su peluca, una manta verde igual que las utilizadas por los militares americanos y una toalla blanca. Algunos detalles no tardaron en hacerse públicos, la víctima fue identificada como Yolanda SAPP, una joven de 26 años con un importante historial de detenciones por prostitución y consumo de drogas. La víctima fue vista por última vez dos días antes de la hora del asesinato en el este de Sprague, una zona frecuentada por prostitutas y proxenetas. La policía entrevistó a la gente más cercana y conocidos determinando que la ropa, un monedero, un collar de plata, dos anillos (uno de estos, alianza de boda) y los 9 brazaletes que de normal llevaba desaparecieron de su cuerpo lo que hizo que al principio se barajara la hipótesis del robo como posible causa. |
Como se llevaría a cabo con todas las víctimas, se tomaron muestras de cabello y todo tipo de fibras durante la autopsia, así como un examen oral, anal, vaginal y de frotis.
Shannon Zielinski, Heather Henández, Jennifer Josheph, Darla Scott, Melinda Mercer, Shawn Johnson, Laurel Wason |
El 25 de marzo de 1990, apenas un mes más tarde, la policía de Spokane recibió una nueva llamada, se había encontrado un cuerpo en la parte Sur Oriental de Riverton. El informe decía que fue encontrado en la carretera poco después de las 6 de la mañana. Esta vez la víctima era una mujer de raza blanca y mostraba claros signos de haber sido asesinada a balazos. Se la identificó como Nickie I. Lowe, de 34 años de edad e igual que la primera víctima tenía antecedentes de prostitución, consumo y tenencia de estupefacientes.
Lowe fue vista por última vez un día antes en la zona oriental de Sprague. Esta vez, en la autopsia se halló una bala del calibre 22 relativamente intacta.
Después de las primeras investigaciones no se pudo afirmar que los dos asesinatos fueron cometidos por el mismo asesino y el caso no avanzó demasiado durante las siguientes siete semanas durante las cuales no se halló ninguna víctima más.
Pero la tranquilidad no duraría mucho, el martes 15 de mayo del mismo año, a las 19:45, el Sheriff de Spokane respondió a una nueva llamada, un cuerpo encontrado en las orillas del Río Spokane. La víctima, mujer de raza blanca, y como las otras, su cuerpo yacía desnudo y con heridas de bala, aunque parecía que había recibido varios golpes con un objeto contundente. En la zona del crimen se recogieron varios objetos personales, un par de zapatos, una bolsa de plástico manchada de sangre, una colilla y muestras de vegetación. Pero, esta vez, se encuentra una pista muy importante, unas huellas de neumáticos que fueron fotografiadas cuidadosamente.
La última víctima fue identificada como Katheleen Brisbois, de 38 años. En la autopsia se concluyo que momentos antes de su muerte, como las otras víctimas, había consumido cocaína. Los investigadores creían que estaba prostituyéndose el día de su muerte.
Debido a las similitudes de las víctimas mortales, el hecho de que una pistola de calibre pequeño se utilizase en todos los crímenes, y de que todas las víctimas ejercían la prostitución dejaba pocas dudas a los investigadores, estaban tratando con un asesino en serie.
El miedo empezó a recorrer las calles de Spokane y las preguntas empezaron a fluir entre la gente de la zona.
En mayo de 1992 el cuerpo de una mujer fue encontrado desnudo, una bolsa de plástico cubría sus cabeza y varios de sus objetos personales estaban tirados a su alrededor. Al no encontrarse sangre cerca los policías dedujeron que había sido asesinada en otro lugar y luego llevada a donde la encontraron. La chica de 19 años frecuentaba un motel donde se ejercía la prostitución y ella tenía antecedentes por este hecho, aunque no había ninguna constancia de que tomase ningún tipo de drogas.
Dos años más tarde Dos años transcurrieron sin nada que añadir al caso, hasta que la noticia de que había sido encontrada una cuarta víctima llegó a la policía. Después de que el asesino en serie permaneciera en la clandestinidad, éste volvió a actuar en Sponkane, el 13 de mayo de 1992, cuando un cuerpo desnudo de mujer de raza blanca fue hallado en Hill Gulch Road, cerca de Spokane Park Drive. Junto a la víctima se encontró ropa y varios de sus objetos personales, y una bolsa de plástico cubría su cabeza. No había signos de violencia y en la zona no hallaron rastros de sangre lo que indicaba que la víctima fue asesinada en otro lugar y llevada al sitio donde fue encontrada. Igual que las demás chicas, ésta murió también por heridas de bala. Al tomar sus huellas se identificó a la víctima como Anne Sherry Palmer de 19 años. La víctima más joven hasta la fecha. Pasaron más de tres años antes de la siguiente víctima del asesino en serie de Spokane. Hasta ese momento los investigadores trataban de atar cualquier cabo suelto que vinculara las víctimas a un sospechoso, pero lamentablemente nadie fue detenido y los viejos fantasmas de que el asesino del Río Verde podría estar atacando de nuevo volvieron a rondar por el estado de Washington. |
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Fue un viernes, 25 de agosto de 1995, cuando el cuerpo desnudo de una mujer de 60 años fue hallado en las proximidades de Peacock Hill Road en el Condado de Kitsap. El Sheriff del lugar, Ron Trogdon acudió al lugar y pudo observar que el cuerpo estaba parcialmente cubierto por hojas de árbol que habían sido llevadas hasta allí desde un lugar distinto. En la escena del crimen Trogdon, encuentra un rulo para el pelo y poco más. Sin embargo, cuando ya estaba desanimado, a unos metros de allí, observó un segundo montón de hojas de árbol de las mismas características, se acercó y encontró dos bolsas de plástico que contenían rulos de pelo iguales a los de la víctima, también encontró sangre.
La mujer fue identificada como Patricia L. Barnes, vista con vida tres días antes en Seattle. Barnes no tenía ningún vínculo con la prostitución ni con las drogas como las anteriores víctimas pero durante la autopsia se encontró una alta concentración de alcohol en su sangre.
Aunque las características de esta última víctima no eran iguales a las anteriores, se mantenía el modus operandi del asesino en serie de Spokane.
El horror y el pánico que se había sembrado en la parte oriental de la ciudad de Washington en Spokane reapareció diez meses después del caso del Condado de Kitsap. El viernes, 14 de junio de 1996, el cuerpo descompuesto de Shannon R. Zielinski de 39 años fue hallado cerca de Mt. Sponkane Park Drive y Holcomb Road en Spokane. A diferencia de las anteriores víctimas, ésta apareció vestida. La identificación tuvo que realizarse tras analizar sus huellas digitales. Al igual que los otros asesinatos, había poca sangre, y ningún rastro de violencia ni objetos en la escena del crimen.
Una vez más, nuestro amiguito eligió una víctima con antecedentes de prostitución y se sabía que consumía drogas, aunque debido al avanzado estado de descomposición en que se encontraba el cuerpo fue imposible determinar si Zielinski había consumido cocaína o heroína momentos antes de su muerte.
Más de un año después de la muerte de Shannon's Zielinski, el martes 26 de agosto de 1997 se encontraron dos cuerpos más. El primero que fue encontrado fue el de Hather L. Hernándes, de 20 años, una conocida prostituta de la zona. Su cuerpo semidesnudo fue encontrado en avanzado estado de descomposición. No se encontró ningún objeto ni identificación y su muerte también fue causada por bala.
El otro cuerpo encontrado ese mismo día fue el de una mujer de origen asiático, tenía tan solo 16 años y se llamaba Jennifer Joseph. En la escena del crimen los investigadores recuperaron varios objetos que pertenecían a la víctima. Al igual que los demás asesinatos éste tampoco se perpetuó en el lugar donde se encontró el cuerpo y la causa se repetía de nuevo: múltiples heridas de bala.
El detective Grabenstein encontró una testigo, una prostituta trabajaba a menudo con la víctima, fue la última persona que la vio con vida y declaró que vio a Joseph subir a un Corvette blanco con un hombre de unos 40 años. La declaración de la prostituta fue clave para relacionar a las víctimas con un sospechoso.
En el 97, la policía detuvo a Robert Lee Yates pero tuvieron que soltarlo más tarde al no poder relacionarlo con ninguno de los asesinatos, ya que el modelo que describió la prostituta estaba mal escrito.
Sorprendentemente ese mismo año se halló otro cuerpo, semienterrado y desnudo, de nuevo otra chica relacionada con la prostitución y las drogas que había caído en las garras de éste psicópata.
Un mes más tarde, otra mujer, su cuerpo fue encontrado cubierto por un arbusto y bolsas de plástico cubrían su cabeza.
Víspera de Navidad, otro cuerpo, como siempre de una prostituta y de ese modo fueron apareciendo cuerpos de mujeres a cuentagotas, las víctimas de Robert Lee Yates aparecían poco a poco pero sin cesar.
En el 98 uno de los policías que detuvieron a Yates se lo vuelve a encontrar en una zona frecuentada por prostitutas. Ante el interrogatorio, Yates contesta que el padre de una de las chicas lo envía para que se la lleve a casa y la joven afirma que lo conoce, por lo que el policía poco puede hacer.
Cuando ya parecía que el asesino en serie iba a salirse con la suya, los investigadores se encontraron con un archivo que no estaba relacionado con el caso y en el que una prostituta describía un ataque sufrido. En el se describía como un cliente contrató sus servicios y cuando estuvo con ella le propinó un golpe en la cabeza que la dejó tendida en el suelo. Por suerte pudo escapar y describir los hechos a la policía. También comentó que mientras le había practicado sexo oral, no había conseguido que el hombre tuviese una erección.
Los agentes relacionaron esta declaración al perfil del típico psicópata y posible asesino en serie y seguros de que Yates era el autor de los asesinatos decidieron ir a su casa para retenerlo y hacerle algunas preguntas. Entre otras cosas le pidieron una muestra de sangre a la que Robert Lee Yates se nego a dar, por lo que la policía encontró por fin un pretexto para poder retenerlo y presionarlo. Fue así como acabó juzgado y condenado a cadena perpetua, y consiguió evitar la pena de muerte gracias a que acabó confesando sus crímenes. Pero un año más tarde se le juzgo por dos asesinatos más y esta vez sí acabó de lleno en el corredor de la muerte. Yates fue ejecutado por inyección letal.
La historia de Robert Lee Yates desvela que fue un asesino en ráfaga, una subcategoría única de asesino en serie, un psicópata totalmente integrado en la sociedad.
Yates fue guardián de la prisión de Wala Wala en Washington. Se afilió al ejercito llegando a participar en la famosa operación llamada "Tormenta del Desierto" por la que fue condecorado por ello. Al regresar a Washington, entró a la Guardia Nacional.
Una de sus mayores aficiones fue pilotar helicópteros. Casado y con hijos hasta el momento fue un padre de familia y ciudadano ejemplar. Hasta que algo cambió en él.
Nadie sabe cuales son los motivos por los cuales una mente cambia. Lo que si sabemos es que el 90% de los asesinos en serie son psicópatas, aunque los entendidos no se ponen de acuerdo sobre el origen de la psicopatía. Muchos investigadores creen que existe alguna anomalía genética o biológica o que su problema sale a la luz en las primeras etapas de la infancia. Pero, ¿Qué ocurrió en la mente de Robert Lee Yates?