Como todos los años por esas fechas, Julián viajaba a su pueblo natal, junto con su familia, con la intención de cambiar las flores de sus familiares difuntos yacentes en el cementerio.
Ese año el día 1 de noviembre cayó en domingo por lo que, a pesar de ser un pueblo pequeño, había gente yendo y viniendo por todas partes cargadas con flores, bayetas y productos de limpieza, todo por mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos ya fallecidos.
Julián y su familia salieron temprano de la ciudad para ir a casa de sus padres con la idea de ver qué tal habían quedado unas reformas que encargó a un albañil un par de meses antes. De camino al pueblo diluviaba como hacía años que no ocurría, Clara la esposa de Julián, se decidía a llamar a casa para decirle a los niños dónde estaba la comida…
Clara : Julián baja un poco la radio, que voy a llamar a los niños.
Julián: Lo que tu digas cariño… dijo Julián mientras la voz de Phil Collins se perdía en el silencio….
Clara: ¡Estos niños son increíbles! …dijo con tono enfadado... ¿te puedes creer que son las doce del mediodía y todavía están acostados?...
Julián: Bueno…hoy es domingo, además ¿ya no te acuerdas de la hora a la que nos levantamos nosotros el domingo pasado…? – dijo lanzando una mirada cómplice a Clara…
Clara: De verdad, que tonto eres, respondió devolviendo la complicidad…
Había pasado una hora y ya habían llegado al pueblo. El pueblo era como la mayoría de pueblos pequeños, en los que la gente se te queda mirando, al tiempo que pasas por su lado con el coche para ver si te conocen. Clara y Julián entraron en la casa, la revisaron, cogieron un trapo y un cubo para limpiar las lápidas y se marcharon a casa de unos amigos que los habían invitado a comer, para después marcharse al cementerio.
Eran las cinco de la tarde y el cielo cada vez estaba más nublado.
Julián: Bueno Manolo, nos vamos que nos va a pillar todo el chaparrón en el cementerio, y ya de por sí que no me hacen mucha gracia no quiero que me pille la tormenta allí a oscuras, jajaja
Manolo: Pues venga… oye… cuando termines me das un toque para despedirnos eh?
Julián: Sí, cuenta con ello.
A pesar de lo pequeño que era el cementerio, era imposible caminar por los pasillos debido a la cantidad de gente que había rezando y llorando, limpiando o simplemente caminando…
Clara: Estos sitios no me gustan nada…- decía Clara al ver una lápida con la foto de un muchacho joven que decía “ Miguel te fuiste de este mundo, pero nunca te irás de nuestros corazones. Te queremos”.
Julián: Quédate aquí limpiando la lápida de mi padre y mientras voy yo a cambiar las flores del vecino de mi padre, que este año no puede venir su hijo a cambiárselas.
Clara: No tardes, que está empezando a llover…
Entre la gente y la lluvia, que empezaba a caer de manera cada vez más incesante, Julián se dirigió allí, apoyó la palma de su mano sobre la lápida de manera afectuosa, apartó la mirada a su izquierda y se encontró con una pequeña cruz en el suelo, como si se tratase de una tumba sin nombre, sin flores, solitaria… desde pequeño a Julián siempre le había parecido misteriosa esa cruz ahí en medio de la nada. Se volvió de nuevo a la lápida, se agachó, apartó las flores viejas y comenzó a limpiar la lápida. Cada vez llovía más intensamente y empezaba a tronar – vaya tarde de difuntos- pensaba Julián. Entonces, de buenas a primera, sintió un tirón de la chaqueta a la altura de la cintura, Julián se giró y… vio un niño. Al principio se dio un pequeño susto porque no lo esperaba…
Julián: Pero bueno… ¿qué haces aquí solo, empapado de agua y sin abrigo? ¿Y tus padres donde están?- el niño permanecía callado.
Julián: ¿Te has perdido? Dijo mientras tocaba la pálida cara del niño… Estás helado ¿cómo te llamas?
Niño: Busco a mi padre- respondió con la cabeza gacha el niño.
Julián: Ven conmigo, te llevaré a la entrada, a ver si vemos a tus padres.
En ese momento se acerca Clara
-Julián ¿te queda mucho?-
Julián : Mira, este niño se ha perdido, voy a acercarme a la entrada a ver si veo a su padre.
Clara: Pero…¿a qué niño te refieres?
Julián: A est….Te juro que había un niño aquí a mi lado Clara.
Clara: No me vas a asustar con tus historias, contestó en tono molesto.
Julián: ¡¡Pero es cierto!! Se había perdido y buscaba a su padre.
Clara: Déjalo y vámonos ya, antes de que llueva más fuerte.
Julián no terminaba de explicarse lo que había sucedido, ¿imaginaciones suyas?...o quizás un fantasma- bah, deja de comerte la cabeza, seguramente el niño querría gastarme una broma y se iría por uno de los pasillos-.
Esa noche, ya en su casa toda la familia cenaba en la cocina. Julián y Clara tenían dos hijos de 14 y 10 años y una hija de 5 años.
Eran las once de la noche y la pareja se fue a dormir, claro está después de arropar y dar un beso de buenas noches a los niños.
Pasadas unas tres horas, el silencio reinaba en la casa, únicamente se oían los truenos y la fuerte lluvia que caía, cuando de repente se acerca a la cama de sus padres Clarita, la pequeña de la familia, con su osito Teddy en la mano y muy asustada.
Clarita: Papá, Mamá- susurraba la pobre mientras meneaba la espalda de su padre para que despertara-
Julián: Pero… Clarita, ¿ qué pasa? ¿Qué haces levantada a estas horas? Mañana hay que madrugar.
Clarita: es que… tengo miedo… ¿puedo dormir con vosotros?
Julián: ¿Pero qué ocurre?
Clarita: es que…hay un niño en mi habitación y me ha preguntado si quiero jugar con él, le he dicho que no y me ha metido miedo- dijo la pequeña llorando.
Se van a enterar estos dos – pensando en una broma de sus dos hijos-
Bueno Clarita, voy a ver tu habitación y voy a hablar con ese niño para que te deje tranquila ¿vale?
Clarita asintió con la cabeza.
-¿Ves como no hay nadie? – dijo Julián…Seguro que ha sido un mal sueño, ahora papi se va a quedar contigo hasta que te duermas ¿de acuerdo?
Clarita: Vale papi.
Pasado un rato, la niña ya dormía plácidamente abrazada a su padre, cuando de repente un trueno despierta a Julián… y cuando se dispone a levantarse para ir a su dormitorio aparece un relámpago y ve una sombra justo delante de él, Julián se cae de espaldas en la cama y cuando se va a reponer, se encuentra al niño del cementerio cara a cara, todavía pálido y con el pelo mojado…
Niño: Papá!! Susurra el niño a Julián, mientras éste se queda paralizado sin saber que hacer….
Julián : Qué quieres? Yo no soy tu padre!! Dijo con voz entrecortada…al momento el niño desapareció.
A la mañana siguiente, y sin comentar nada a su esposa, Julián decidió contactar con una médium, nunca había creído en estas cosas, pero era la única salida que veía. La médium le explicó que quizás se tratrara de un espíritu errante, es decir, alguien que murió sin haber hallado la paz y que por tanto, estaría vagando por el mundo hasta que la consiguiera.
De este modo, Julián decidió acercarse a la iglesia a hablar con el cura del pueblo para ver si conocía el caso de algún niño que hubiera muerto de manera trágica. Éste, era joven y no sabía nada, sin embargo, había una señora muy mayor en la iglesia que escuchó la conversación y se acercó a Julián.
Señora: Julián quizás sea una tontería, pero cuando yo era cría se hablaba de un niño que estaba enfermo y su padre lo mató el día de los difuntos y lo enterró en el cementerio en una tumba sin nombre para que nadie lo supiera.
- La cruz del cementerio… pensó Julián. Muchas gracias señora!!
Así que se acercó al cementerio y puso unas flores junto a la pequeña cruz. Desde entonces todos los años Julián pone flores en las lápidas de su familia y también junto a la cruz.
Nunca más volvió el niño a molestar a la familia de Julián...
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